La emulsión sensible. Una técnica fotográfica maravillosa.
En una entrevista, la escritora Camila Sosa dice que la felicidad es como la belleza; no hace nada, no crea nada, está simplemente ahí. Es un sentimiento un poco estúpido. En cambio, de la infelicidad sale un libro, una guerra, la revolución. La infelicidad es motivadora, reactiva, provoca la lava del volcán, que lo arrasa todo intensamente, y de ahí surgen cosas, no digo y ella creo que tampoco, que sean cosas buenas, simplemente, de ahí algo surge, decanta una reacción, un objeto, una muerte, algo nace también, la belleza, liberación o silencio. La infelicidad no es un estado pasivo. No se si estoy de acuerdo, creo que si, pero escuchar a Camila siempre es un aprendizaje.
A ver como lo enlazo con la emulsión líquida, yo prefiero llamarla emulsión sensible, aunque un día Miquel se rio de mi y me dijo, ¿sensible? ¿Por qué todo le afecta? Jajajajaja y se rio a carcajadas, como él solía hacer de las cosas más tontas. Miquel me enseñó a emulsionar, hace muchos años. Para quien no tenga ni puñetera idea de fotografía, la emulsión sensible es una manera de conseguir imágenes fotográficas sobre diferentes soportes, sobre papel, piedra, madera, cristal, tela, lo que quieras.
Necesitas un negativo, una ampliadora, líquidos de revelado, un bote de emulsión, un pincel, tener paciencia y ser más tozuda que una mula.
Miquel un día me mostró una fotografía de una fábrica abandonada en un papel hecho a mano, con unas barbas muy bonitas, se veían los trazos de las pinceladas, y la imagen parecía bellamente pintada. Que bonita, todavía la recuerdo. Entonces le dije que quería aprender a hacerlo, que me enseñara. Y me enseñó de la mejor manera, puteándome.
La emulsión es algo parecido a un ungüento, está formada básicamente por gelatina y nitrato de plata, pero necesita calentarse al baño maría, la gelatina en estado frío es sólida, como las gominolas y al calentarse pasa ha estado líquido y con el nitrato de plata parece un vaso de leche, esa característica de la emulsión es clave y lo tienes que entender bien para no volverte loca. Aplicarla sobre los diferentes soportes tiene su complejidad.
Miquel solo me contó una parte del proceso y el resto dejó que lo resolviera yo solita al encontrarme con el marrón. Y cuando me puse la primera vez a emulsionar, yo toda impaciente, vi que no era tan sencillo, me pasé dos días peleándome, pero lo conseguí, esa vez. Con orgullo le llevé el trofeo, una imagen sobre una piedra y otra sobre un papel de acuarela. Le dije que era un cabrón y él me dijo que yo era una cabezota y a partir de ese día, Miquel me contaba los secretos de la emulsión como quien suelta pistas para descubrir al asesino y yo me peleaba hasta resolverlo.
Tiempo después seguí mi camino sola, desafié todo lo que él me enseñó, me metí en las profundidades de esa técnica fotográfica tan bonita pero que, como todo proceso creativo, te confronta profundamente, no puedes meter aquello que no entiendes o que no funciona, debajo de ninguna alfombra, hay que resolverlo.
Y fui profundamente infeliz, a ratos, en ese caminar sin descanso que propone todo aprendizaje. Me hice íntima amiga de la frustración, nos fuimos de copas, a ligar, a cagar, recorrimos medio mundo, todo juntas. Me sumergí en la emulsión y en todo su universo, sólo me faltó echarla en el café de la mañana, lo emulsionaba todo, la cagaba muchas veces y así estuve hasta que lo entendí. Sólo entonces surgió el amor, la primavera llegó y brotaron emulsiones que me emocionaban y volví a llorar, otra vez, pero ahora de emoción. Y esas imágenes, sobre cristales, o bellos papeles, en madera o piedra (la madera es tan agradecida), todas esas emulsiones, están vivas y me emocionan, y eso me hace muy feliz.
Cualquier proceso creativo (ese espacio-tiempo donde todo nuestro cuerpo y nuestra alma se entrega fielmente a las musas, al cosmos, al trabajo incesante, al ensayo y al error, a las dudas, a la señora frustración, madre coraje de todo aprendizaje), ansía con toda su alma tirarse a la piscina, a riesgo de ahogo, de fracaso. En esa posibilidad, en esa entrega profunda, está el gozo y la infelicidad. Todo aprendizaje es un acto de amor.
Así que busco esa infelicidad, ardo en deseos de ella, pasar un rato sintiéndome viva porque sufro para conseguir que esa imagen que me encanta, quede bien sobre un cristal. El tiempo se para. Es un embarazo y un parto. Esas fotografías nacen de mi y de todo el amor que le pongo, durante todo el proceso.
Y si después de leer todo esto, te entran unas ganas locas de conocer mejor este proceso fotográfico, te pasamos una pequeña receta para poder comenzar.
Receta de la emulsión sensible
Necesitas un bote de emulsión fotográfica. Recomendamos la marca Foma, es más barata, pero hay otras marcas, con otras características. La emulsión de Foma es de contraste 3, necesitas unos negativos decentes con algo de contraste, ojito, no podrás usar los filtros de la ampliadora.
La emulsión reacciona con el metal, así que cuidado con los utensilios que usas, saldrán manchas en la emulsión.
Hay unas paletinas de pelo de cabra que se llaman pinceles Hake, de diferentes tamaños y que son de madera, no tienen metal. Elige según el trazo que quieras dejar y el tamaño del soporte que quieras emulsionar. Hay otras maneras de aplicar la emulsión, pero empieza por un pincel.
Importante, la emulsión contiene gelatina, tienes que calentar la emulsión al baño maría antes de poder aplicarla, pero no calientes todo el bote, la emulsión puede velarse por acumulación de calor, es mejor que tengas otro bote y que sólo calientes al baño maría la cantidad que vayas a usar.
No queremos explicar cómo emulsionar otros soportes, primero empieza con el papel y luego, cuando hayas emulsionado mucho y diferentes tipos de papeles, nos preguntas.
No se si hace falta comentarlo, abre el bote de emulsión bajo la luz roja del laboratorio y si usas los frontales de las bicicletas que tienen luz roja, procura no acercarlo mucho a la emulsión, la velarán.
Comienza emulsionando papel y aprendiendo la cantidad que necesitas aplicar en cada capa. No es bueno pasarse y generar charquitos, pero tienes que aplicar la suficiente cantidad de emulsión para que se forme una fina y uniforme capa. Es importante que intentes analizar e intuir la porosidad del soporte y su capacidad de absorción. Normalmente tendrás que dar dos capas de emulsión. Hay ciertos papeles que por su textura o por su absorción, necesitarás aplicar una primera capa de gelatina para que tengas una superficie más homogénea y no tengas que poner tantas capas de emulsión. Hay muchos tipos de papeles, con infinitas texturas, gramajes y tonos, tienes mucho para experimentar y probar.
La receta de la gelatina:
Compra gelatina en polvo, recomendable la que venden en la droguería Can Boter, en Badalona, pero nosotras hemos usado mucho la que venden en Químics Dalmau y también va muy bien.
A 250 ml. de agua muy caliente le añades una cucharita de café de gelatina en polvo, mezclar muy bien y cuando esté transparente y sin grumitos, con un pincel aplicar sobre el papel, dejar secar al aire o secar con un secador. Una vez seco el papel, ya puedes aplicarle la emulsión, la capa de gelatina genera una capa homogénea y permite que la emulsión se adhiera mejor y no necesites tantas capas de emulsión.
Tengo que decir, que no soy muy amiga de aplicar gelatina al papel, pero eso lo tendrás que descubrir tú y tener tu propia opinión.
Fin de la receta de la gelatina.
Seguimos
La emulsión exige buenos negativos, bien expuestos y bien revelados. Si tienes un negativo de mierda, por mucho cariño que le tengas a la foto, elige otro.
Si comprendes bien que la característica más importante de la emulsión es el cambio de estado de la gelatina, entenderás que para aplicarla todo tiene que estar caliente.
Usa un bol de plástico y no de cristal, ya que el plástico mantiene más el calor. Usa cucharas de plástico para sacarla del bote y recuerda no usar nada metálico.
No calientes en exceso la emulsión, podrías velarla. Hay muchos aparatos que calientan agua para biberones o para la cera y algunos tienen un termostato con controlador de temperatura, van muy bien.
No intentes aplicar la emulsión con el pincel si ves que no está totalmente líquida, es decir, caliente. Trata la emulsión con cariño y amor.
Es importante que el espacio de trabajo tenga buen rollo, buena energía, ponte música, quema un inciensito, baila un poco, que te anime a trabajar con alegría.
Si tienes un día tonto, no emulsiones.
Después de emulsionar cada capa, se tiene que secar totalmente antes de aplicar la siguiente capa. Puedes dejar secar al aire en un lugar donde no le toque la luz o secar el papel con un secador.
Una vez esté el papel seco ya lo puedes exponer. Los papeles después de emulsionarlos quedan arrugados o curvados, una vez seco, puedes ponerle un cristal encima para exponerlos plano.
Verás que depende del papel que tengas van a pasar cosas, bueno, esos son los pequeños problemas que tendrás que resolver, usa la intuición y la imaginación y disfrútalo.
Si comprendes bien que la característica más importante de la emulsión es el cambio de estado de la gelatina, que es uno de los componentes principales de la emulsión, entonces entenderás que para revelar necesitas que los baños estén muy fríos.
El frío endurece la gelatina, nos interesa que el revelador, el baño de paro y el fijador estén muy fríos, para ayudar a que la emulsión nos se levante del papel. Así que es mejor preparar los diferentes baños con agua bien fría, la temperatura por debajo de los 20 grados.
El fijador es un baño muy fascista y encima mancha la ropa, la mayoría de las veces, es el que jode las emulsiones, cuando prepares el fijador, usa agua de la nevera, que la temperatura ronde los 15 grados. La emulsión no es una técnica para el verano.
Y hasta aquí podemos explicar.