El baño de paro y el patriarcado
Hemos descubierto un curioso patrón, pensábamos que el baño de paro tenía una función específica dentro del proceso fotográfico de revelado, pero está resultando mucho más eficaz para desvelar, sacar a la luz, la patriarcalidad de algunos hombres hetero-normativos que visitan La Perversa. No hablamos de señoros, que directamente ni vienen por aquí y por supuesto, no pasarían tampoco la prueba del paro. Hablamos de hombres de mediana edad, con algo de conocimiento fotográfico, en general muy majos, de izquierdas en su mayoría, bueno puede que también algún despistado que haya votado a Junts, en resumen, hombres de la normalidad.
Estos hombres entran en La Perversa y se maravillan de esa desfachatez que desprende el espacio, de su alegre algarabía y el jolgorio de las disfrutonas personitas, la mayoría socias, que entran y salen del laboratorio con sus copias, revelando carretes, o haciendo experimentos.
Nosotras les enseñamos el espacio, explicamos como funciona, decimos que hacemos talleres y las cuestiones más organizativas: donde guardamos los líquidos, donde cargamos las películas y revelamos los carretes, las rutinas del laboratorio, pero no sabemos como, la conversación siempre y ahí está el patrón, acaba derivando en la misma pregunta:
Hombres: ¿No usáis paro?
Nosotras: No, normalmente agua. Algunas socias usan vinagre, no el de Módena caramelizado, ese lo usamos para la ensalada (broma de la que los hombres en su seriedad por el proceso fotográfico nunca se ríen)
Entonces un resorte se activa, o más bien empieza a abrirse como alegre capullo de primavera, y toda esa patriarcalidad bien arrelada, fuertemente construida y tan bien disimulada aparece con total desparpajo.
Hombres: Uy, no, no, pero el paro es muy importante
Sin tan si quiera preguntarnos la razón por la que no usamos el dichoso baño de paro, los hombres, incluso sin tener ni puñetera idea, casi ofendidos, comienzan una aburridísima disertación sobre el paro y su imprescindible uso en todo proceso fotográfico de bien, como si fuéramos unas niñas pequeñas y desobedientes que necesitamos que nos enseñen, pues no cabe duda que ellos se lo toman muy en serio, no como nosotras que usamos agua.
La seriedad como manera de demostrar la validez de algo también es una de las herramientas que tiene el patriarcado de consolidar y reafirmar las actitudes machistas y si es con un lenguaje muy técnico mejor.
No hace mucho, una alumna de una muy respetable institución nos contó que cierto profesor se pitorreaba de La Perversa diciendo que no era un espacio serio, simple y llanamente por que no usamos el baño de paro. Pues cuando este profesor, que nunca ha estado en La Perversa, se entere que al paro lo llamamos el baño tonto y al fijador el baño fascista, le dará un patatús. Si, es cierto, no somos un espacio serio, ni lo queremos ser, la fotografía la disfrutamos con toda la pasión del mundo, con y sin paro.
Cuando nos pasan estas cosas, podríamos responder con el mismo grado de patriarcalidad, es decir, sacar una metafórica polla más larga, bien bañada de retórica fotográfica y defender hasta la muerte que existen otros relatos del proceso fotográfico. Después de la explicación, normalmente hay un silencio, mirada de desconfianza y de duda, pues en el fuero interno de cada uno de esos hombres hay algo que les dice que ni la razón, ni el conocimiento nos pertenecen.
Pero lo que solemos hacer es pasar tres kilos. A nosotras no nos toca enseñar a ningún hombre a descubrir sus actitudes machistas o sus construcciones patriarcales, eso lo tendrá que hacer cada uno a su tiempo, si lo quieren hacer.
La Perversa es un espacio con unos pilares basados en los cuidados, en la libertad y el amor y desde ese cuerpo político nos resulta más sencillo revisar nuestras propias patriarcalidades, poder detectar esas pequeñas micro-violencias y trabajar la colectividad para permitir otros posibles relatos, más amables, de la convivencia. Ese es nuestro espíritu, nuestra lucha y nuestra fuerza.
En fin, que estamos muy sorprendidas y nos hace mucha gracia que el baño de paro pueda resultar ser un elemento disidente en la lucha feminista casi equiparable a la escobilla del water y como esto nos ha pasado a varias perversas pues queríamos compartirlo.
Querides fotógrafes levantaos, pedir vinagre y libertad, sea por una fotografía viva, libre de patriarcalidad.